Todos estos de aquí arriba son los premios que han llevado a Porque hay cosas que nunca se olvidan, de Lucas Figueroa, a entrar en el Guinness de los récords como el cortometraje más premiado del mundo en un año y medio. El cineasta recogió el galardón (otro más) el pasado viernes.
El argumento del corto es la venganza (y qué venganza!) de cuatro niños que juegan al fútbol en la calle, de su vecina anciana… Un balón como excusa para retratar las vueltas que da la vida, al estilo de los realizadores franceses Jeunet y Carot (Delicatessen), y un impresionante despliegue de efectos especiales. Y parece ser que la historia, con el cameo del futbolista Fabio Cannavaro incluida, ha logrado cautivar al público de festivales de Málaga, Tokio, Berlín, Los Ángeles, Nueva York, Londres, Edimburgo, Buenos Aires…
De Lucas Figueroa podemos decir, entre otras cosas, que se gradua como Diseñador en Imagen y Sonido en la U.B.A.; que trabaja como editor multimedia para el grupo Telefónica; edita dos libros, recibiendo una mención de honor del Ministerio de Cultura de Argentina; trabaja para Universal Studios, Fox, Disney Channel, entre otros; funda LMF films, una empresa productora situada en Madrid; y que es seleccionado en los OSCARS en dos ocasiones y nominado para un premio GOYA del cine Español en 2009. En 2010 recibe el premio GUINESS de los récords por dirigir y producir el cortometraje más premiado de la historia, Porque hay cosas que nunca se olvidan.
Si queréis saber más sobre Lucas Figueroa y su productora, y ver el corto (claro), pinchad aquí.